Un Grave Capítulo en la Historia de Quiroga: "La Inundacion" por Isolina V. Mazzina.
El 6 de Enero de 1958 se desató una tormenta en Quiroga, acompañada con una incesante lluvia que culminó con la atónita sorpresa de sus moradores. Las aguas fueron acumulándose hasta que las calles se transformaron en una alfombra celeste.
En primer momento solo se pudieron insinuar evacuaciones; así los colegios y otros establecimientos ofrecieron su apoyo y se ocuparon de las personas desamparadas.
Una vez salvados los primeros escollos, dejando de lado las pérdidas materiales, toda la población salió a recorrer los lugares afectados; el asombro era general.
La plaza sepultada bajo el agua había perdido toda su belleza; siendo que la noche anterior se había visto bulliciosa con la fiesta que el Club de Madres organizó por la llegada de los reyes magos.
Para algunos daba aspecto de una nueva Atlántida y para otros, llevándose por el refrán “no hay mal que por bien no venga”, era un balneario, improvisándose balsas y botes; entonces a la tristeza le dieron un tono cómico.
A pesar que la lluvia no cesaba hubo instituciones como el Club de Madres que merecen ser destacadas por su colaboración repartiendo ropa y víveres para los necesitados. Mas tarde la Municipalidad también ofreció su granito de arena comprando materiales para construir nuevas viviendas para reemplazar las que fueran afectadas por las aguas.
Cuando el susto pasó y todo volvió a su normalidad el tema obligado era las consecuencias aparejadas con la inundación; caso curioso que desde mas de cuarenta año aproximadamente no se había visto otro igual.
Las consecuencias fueron contaminaciones de las aguas y pérdidas ganaderas y agropecuarias. Sin embrago la desazón no invadió los ánimos y después de ocho años nos encontramos con un Quiroga superado que solo recuerda a lo experimentado con un gesto de suficiencia como si lo pasado hubiera sido un momento de felicidad.
En primer momento solo se pudieron insinuar evacuaciones; así los colegios y otros establecimientos ofrecieron su apoyo y se ocuparon de las personas desamparadas.
Una vez salvados los primeros escollos, dejando de lado las pérdidas materiales, toda la población salió a recorrer los lugares afectados; el asombro era general.
La plaza sepultada bajo el agua había perdido toda su belleza; siendo que la noche anterior se había visto bulliciosa con la fiesta que el Club de Madres organizó por la llegada de los reyes magos.
Para algunos daba aspecto de una nueva Atlántida y para otros, llevándose por el refrán “no hay mal que por bien no venga”, era un balneario, improvisándose balsas y botes; entonces a la tristeza le dieron un tono cómico.
A pesar que la lluvia no cesaba hubo instituciones como el Club de Madres que merecen ser destacadas por su colaboración repartiendo ropa y víveres para los necesitados. Mas tarde la Municipalidad también ofreció su granito de arena comprando materiales para construir nuevas viviendas para reemplazar las que fueran afectadas por las aguas.
Cuando el susto pasó y todo volvió a su normalidad el tema obligado era las consecuencias aparejadas con la inundación; caso curioso que desde mas de cuarenta año aproximadamente no se había visto otro igual.
Las consecuencias fueron contaminaciones de las aguas y pérdidas ganaderas y agropecuarias. Sin embrago la desazón no invadió los ánimos y después de ocho años nos encontramos con un Quiroga superado que solo recuerda a lo experimentado con un gesto de suficiencia como si lo pasado hubiera sido un momento de felicidad.
Publicado en Revista "La Aurora, 65 Años de Quiroga" (año 1965). Edición Especial.