miércoles, 9 de septiembre de 2009

- Después de una larga ausencia volví a mi casa

El tren comienza su camino, su paso lento y cansino van tomando rapidez, veo a través de la ventanilla pasar hacia atrás, primero lenta y al momento vertiginosamente rostros sonrientes, manos en alto, ojos llorosos…
El tren se aleja de la ciudad y la calma comienza a reinar en el interior, cada pasajero se instala en su asiento, este lee, aquel fuma, un niño juega, muchos conversan…
No deseo hablar ni dormir, miro hacia afuera: fabricas, casas, gente, algún espacio verde… menos fábricas, casas, gente, mas espacio libre, mas color a tierra, campo…
Campo… paz, armonía… luz… inmensidad plana… una casa… campo… una casa… una casa… una casa… una casa…
Las ruedas del tren van repitiendo una y otra vez una casa, una casa, una casa…
La inquietud vuelve a reinar en el tren y me sorprende en pleno recuerdo. Me extraña el movimiento de gente cuando recién hemos salido de la estación… Miro a mi vera y ya veo casas que van formando un pueblo, casas bajas, blancas, bonitas, casas, casas, casas… mi casa, mi casa, mi casa, mi casa, mi… casa, m…i…casa, mi…i…c…a…s…a.
El tren se detiene y soy el primero en bajar y mirar, mirar con asombro: casas nuevas, escuelas nuevas, negocios nuevos, calles hermosas, plantas, flores, monumentos, estatuas que embellecen la plaza que yo deje semiabandonada.
Todo a cambiado, para embellecer sí, pero me desilusiona un poco que el cambio abarque hasta mi casa.
Camino rumbo a ella con un sentimiento de angustia que se ha anidado en mi pecho, doblo la última esquina y la veo. Está como siempre. ¡Es mi casa!
Y desaparece todo lo que la rodea, o se torna más bella a mis ojos.
Mas bello el color de los recuerdos que fluyen en mi mente.
Yo vine a rescatar recuerdos, pero voy a vivir recuerdos y todo será hermoso. Esta es mi casa y ya he vuelto a ella; ¡Esta es mi casa!
Sin darme cuenta siquiera la frase cambia sola: mi casa, mi casa, mi casa, mi casa
Y el monótono compás del tren ya es nuevo y emocionante porque dice mi casa.
A ella voy, a rescatar recuerdos, recuerdos felices. ¿La encontrare igual? ¿Cómo estará? ¡Mi casa! El cerco alto y siempre sin terminar de recortar, la puerta que tocaba un mosaico de la vereda al abrir produciendo un sonido siempre recordado y nunca vuelto a oír en puerta alguna.
¡Mi casa! El patio amplio y la cocina pequeña, la mesa chica para sentarse todos juntos a comer, los codos juntos, tocándose por el espacio reducido, el crepitar del pan fresco recién llegado a la mesa, mamá siempre de pie cuidando las ollas a la vez, la radio encendida para escuchar el informativo, el rincón donde papá era la figura infaltable cuando comía o leía el diario, las puertas del armario que nunca cerraban del todo… y ese aroma a comida durante todas las horas del día.
El comedor con su mesa repleta de libros y papeles, mi padre entrando infaltablemente todas las noches a buscar su “trago” antes de acostarse, sus pasos grandes y fuertes recorriendo el pasillo rumbo a su cuarto.
Mi pieza, mi pieza donde cabían dos camas, allí donde siempre quedaba una revista encima de la mesa de luz cubierta por los mas inverosímiles libros, revistas, diarios o cuanto elemento legible encontrara a paso.
Mi casa, mi casa, mi casa.
Recuerdos, recuerdos, recuerdos.
Mi padre volviendo del trabajo, mi padre diciendo “buen día”.
¡Qué linda aquella hora del almuerzo en que cada uno contaba sus “aventuras del día”.
Mi madre pidiendo silencio para que “papa durmiera la siesta”, mamá sirviendo el té con pan y dulce casero, papá limpiando la quinta de malezas.
Papá y mamá yendo orgullosos a la ceremonia de graduación.
Papá y mamá tristes porque un “pichón vuela del nido”.
Mi casa, mi casa, mi casa…
Luego la ciudad plena de luz, de gente, de calles, de autos veloces, de todo lo que deslumbra, de todo lo que complace, de todo lo que cansa y hastía… y sin mi casa.
Trabajo, lucha, cansancio, hastío… todo soportarlo sin mi casa; con pequeñas porciones de mi casa: con cartas, cartas de mi madre, fotos de toda la familia en un día de fiesta, pero eso no es todo. Esos son retazos de la vida cotidiana.
Moncel.
Esta nota la leí en la edicion especial de La Aurora y me di cuenta que siempre hay tres cosas que recuerdo de Quiroga. La Iglesia que se ve desde muchos lugares, la fabrica de San Agustin donde siempre me dijeron que en esa chimenea vive Papá Noel y salir a la vereda cuando escucho pasar el tren.

Fotografías: CAFI III